jueves, 30 de marzo de 2023

Bienvenido de nuevo.

 A veces siento que no podré resistir el dolor. Respiro y siento como mi pecho en cualquier momento se puede romper. Me falta el aire y la angustia ahoga la alegria. La ansiedad consume todo y solo puedo sentir un torbellino girando dentro, arrollando todo lo que tengo, consumiendo mi cordura, arrasando mi energía, mis ganas de seguir. Pensé que jamás volvería a sentirme así, pero vuelvo a necesitar la conexión con este bello instrumento para vomitar mi pena, expresar la angustia que siento frente a la soledad. Creí que jamás volvería a ocurrir pero retorna ese sentimiento, y solo puedo intentar calmarme, consolarme, susurrarme despacio: pasará, como ha pasado todo. Susurrarme lento: la vida es así, aprovecha, y siente aquello que sientes, para cuando ya no haya más, para cuando la vida haya pasado y no existan más oportunidades de sentir. Dolor, eterno compañero, que acunas mi alma rota, amigo de mis largas noches de insomnio, bienvenido de nuevo.

martes, 13 de octubre de 2020

RELATO ROTO

 

 

Quizás me deba dejar de escusas, y escribir. Pero me enfrento al folio y su soledad me recrimina mi yo de ahora. Me pregunta por mi antigua melancolía, y se resiste a que alguien como yo se atreva a imaginar, se niega... o quizás soy yo. Si, es eso. Soy yo. Mi musa se marchó, y sin ella no  que va a ser de este pobre folio en blanco que espera anhelante los relatos de antaño, pero que es difícil, muy poco probable, que ocurran de nuevo. 

Puedo, a través de la pantalla acariciar la suavidad de la hoja de papel, ese olor a historia recién escrita. Puede que quizás solo escriba sobre eso. La suavidad del papel, su atractivo color blanco que se desvanece bajo el trazo a veces seguro otras titubeante del que escribe algo sobre él.  Me llegan sus quejas, las mías sobre mi falta de fluidez, por mis tropezones, por ese continuo escribir y borrar. Llegará o quizás no, el final de una gran historia. 

Sé que divago, sé que esto no es otra cosa que una cronología de quejas y divagaciones. Quizás es a lo que puedo aspirar, de momento, para coger mientras tanto confianza con las teclas de mi ordenador y de este nuevo yo que se niega a llorar cuentos de letras lúgubres. Pensándolo bien, el folio es como un espejo. Puedo ver en él mi imagen asustada de verme a  misma, me observo dudosa mientras intento aceptar que la ausencia de historias no es tal, solo una terrible resistencia mía a lanzarme al vacío y arriesgarme a escribir algo que no me guste, que no sea “bueno”. 

Ha cambiado mi escenario, el ronroneo suave de mis gatos queda atenuado por la ausencia de los suyos, de los de él. Ahora hay algarabía, gritos infantiles que me devuelven implacables a la realidad, una realidad maravillosa, llena de color, que curiosamente no deja lugar a mis historias tristes, no me deja tiempo para observar las nubes abstraída entre música de piano y pelo de gato. Puede que vuelva a ser yo, sin permitirme mis ausencias, mis anhelos, mi tristeza y melancolía, o sencillamente es que ya no me siento así, me siento diferente y no encuentro mi musa de ahora. Quizás deba dibujarla, llena de color, colores cálidos, rosas, rojos, anaranjados... puede que algún amarillo. 

Releo frustrada este popurrí de ideas, consciente de que es un relato roto, un relato marchito por el tiempo acumulado. Y quizás esté bien así. 

 

Laura Gil Moreno de Mora Feijoo